martes, 23 de abril de 2019

¿Forma parte de nuestro cuerpo?

Como bien se sabe y se puede apreciar la tecnología cada vez más es parte de nuestro día a día. E incluso lo hemos integrado como parte de nosotros y nosotras. Ha sido tal su normalización que hablamos de los teléfonos móviles como si fueran parte de nuestro cuerpo. Por ejemplo, utilizamos frases como "me he quedado sin batería" o "no tengo cobertura" como si estuviésemos dando por hecho que nos tenemos que cargar o tuviésemos una antena para poder estar disponibles. Me parece algo escalofriante y espero desde ahora seré mucho más consciente a la hora de decirlo. Porque yo no quiero hablar del móvil como si formase parte inseparable de mí. 

En mi infancia he disfrutado de juegos tradicionales y recuerdo las tardes que pasaba jugando en el patio de la residencial dónde vivía. Creo que para los niños y niñas es muy importante que disfruten del juego, pero no hablo de los juegos en las tabletas, móviles u ordenadores, sino juegos en los que se puedan involucrar, manchar, caer... Desgraciadamente, cada vez tienen menos oportunidad de hacerlo. 

He escuchado muchas veces a los padres y madres decir que les resulta más fácil que sus hijos e hijas les dejen hacer sus cosas y no les molesten dándoles el móvil para que jueguen o vean vídeos. Además, se puede observar en situaciones del día a día como en el coche o en una cena. 

Recordando un momento de mis vacaciones de verano, se presentó la ocasión en el que iba a jugar con mi primo y prima, de 10 y 9 años respectivamente. Íbamos a jugar a "Stop", un juego dónde tras decir una letra se colocan palabras que comiencen por esta y el que primero termina dice stop, finalmente gana quien tiene más puntuación. Cuando era pequeña jugaba con frecuencia este juego y me sorprendió que mi prima no supiera jugarlo. En relación con esto, hay muchos de los juegos tradicionales que si se han adaptado a la tecnología, pero muchos otros están cayendo en desuso.

Nos tenemos que adaptar a los avances pero no debemos permitir que estos nos manipulen. Como futuros maestros y maestras se nos presenta el deber de enseñar a usar y controlar estos aparatos electrónicos. No obstante, podemos decidir que tan presente queremos que esté en nuestras aulas. ¿Es realmente necesario que estén presentes las pizarras digitales en las aulas de Educación Infantil? ¿Creemos que la tecnología nos aporta lo mismo que si lo hacemos de forma física? 

Estefanía Benites